alcarrizosLa tumba y tala de decenas de árboles, algunos de más de 80 años, en el parque del sector Los Americanos de Los Alcarrizos, dispuesta por el alcalde Junior Santos mantiene a los residentes en un estado de irritación y desconcierto.

Ocho frondosas matas de mangos que mitigaban el hambre a los lugareños, cinco de cocos, además de guayabas, pino, nin y otras que, en general, hacían más llevadera la cohabitación de vecinos y visitantes fueron tumbadas y desterradas con el uso de sofisticados equipos mecánicos que les cortaron y extrajeron hasta sus raíces.

Así son las cosas en esa comunidad: una acción emprendida por la autoridad responsable de proteger y salvaguardar los recursos naturales y preservar el medio ambiente, de acuerdo a la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, así como la Ley 176-07 sobre el Distrito Nacional y los Municipios.

 

Esa área verde, la de mayor extensión y población arbórea del casco urbano del municipio, fue construida por el expresidente Joaquín Balaguer por vía de la Oficina de Ingenieros de Obras del Estado (Oisoe), que de manera respetuosa preservó su hábitat natural a la hora de urbanizar en 1993 los terrenos que antes fueron una finca agrícola y ganadera de la familia del dictador Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961), además de plantaciones cañeras del ingenio río Haina.

En efecto, el martes 5 de diciembre las brigadas del Ayuntamiento de Los Alcarrizos se presentaron con pala mecánica, sierras, camiones, volteos, picos, escaleras, retroexcavadoras y otros equipos.

De inmediato iniciaron la destrucción de los frondosos árboles que cubrían 2,000 metros cuadrados, cohabitados por aves de distintas especies, donde lugareños y visitantes disfrutaban de su sombra y tranquilidad.

Con esa acción fue desalojado el trinar y gorjeos de las aves, que huyeron despavoridas cuando eran agredidas por la violencia de los hombres comandados personalmente por el alcalde de Los Alcarrizos.

El parque de los mangos, como le llamaban los vecinos, era un lugar frondoso que permitía la regulación del microclima y, por ende, la temperatura y la producción del oxígeno que necesitan los seres vivos para su existencia sana y combatir la contaminación por dióxido de carbono.

Preservar, no destruir. Es por esas razones que los moradores se sienten engañados por el alcalde de Los Alcarrizos, quien prometió una remodelación y lo que hizo fue una destrucción de lo que antes era una reserva boscosa, un área verde, la de mayor extensión y cobertura del casco urbano.

Los vecinos entienden que si el alcalde quería remodelar el parque debió hacerlo a partir de lo que se conoce como una readecuación ambiental, preservando el hábitat de la zona de manera equilibrada en lugar de lo que hizo, destruir ese espacio reforestado y, de paso, convertirse en un violador de la ley y la Constitución.

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